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domingo, 20 de mayo de 2012

Todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior...

Hace varios años que leí Como agua para chocolate y guardaba un magnífico recuerdo de esta novela, escrita en 1989 por la mejicana Laura Esquivel. Por ello, cuando la encontré hace unos días ordenando mi biblioteca, decidí releerlo para comprobar si mi entusiasmo continuaba después de una segunda lectura. Os confieso que sí, una vez más me la historia ha conseguido atraparme y enamorarme.



Argumento:
El libro, ambientado en la época de la Revolución Mexicana, narra la historia de Tita de la Garza, la menor de tres hermanas que viven junto a su madre viuda en la hacienda familiar. Tita se enamora apasionadamente de un joven llamado Pedro Muzquiz, pero entonces descubre con horror que nunca podrá casarse ya que, según la costumbre familiar, será ella como hija menor la que tendrá que permanecer soltera para cuidar de su madre, Mamá Elena, en la vejez.
Aun así, Pedro pide en matrimonio a Tita, pero su madre se niega a ello, ofreciéndole en su lugar la mano (y el resto del cuerpo), de Rosaura, hermana de Tita. A la muerte de la vieja Nacha, poco antes de la boda, Tita se convierte en la cocinera de la familia, y cuando se celebra el matrimonio, ella se refugia entre los fogones, volcando toda su tristeza y toda su capacidad de amar, inventando un nuevo lenguaje amoroso a través de la comida que con infinito amor prepara en la cocina familiar, elaborando "platillos", capaces de influir en las emociones de quien los degusta.
Mientras Pedro aprovecha cualquier ocasión para demostrar sus sentimientos hacia Tita, Rosaura da a luz un bebé y queda tan débil que Tita debe amamantar al recién nacido. Poco después, la madre insta al matrimonio a marcharse junto a su hijo a Texas para evitar el contacto con Tita y, en ese marco, el niño muere.
El tiempo pasa ...

Otros datos:

-La novela fue llevada al cine por el propio marido de la autora, el realizador Alfonso Arau, en un guión completamente fiel al texto.


-La obra está estructurada en doce capítulos, que son sendas recetas de cocina, una para cada uno de los meses del año.
- En la más pura tradición del Realismo Mágico sudamericano, en la línea de García Márzquez o la Isabel Allende de La casa de los espíritus, la historia comparte madre represora y pasión imposible con La casa de Bernarda Alba, de Lorca.

Mi opinión personal:
La historia de Tita ha conseguido emocionarme de nuevo. Es una historia muy compleja, contada con una sensibilidad abrumadora, especialmente en lo que se refiere a la forma de retratar a los personajes femeninos y al amor frustrado entre Tita y Pedro, un amor tan pasional, tan inolvidable, tan sacrificado, tan especial… En fin, un libro que, una vez más, me atrapó desde su primera palabra y que no pude dejar de leer.
Uno de mis personajes favoritos del libro, aparte del de Tita, por supuesto, es el de Mamá Elena, una arpía en toda regla, que vivió un amor imposible y luchó contra sí misma, y a la que sin embargo no le importa que su hija viva el mismo sufrimiento, únicamente por mantener una absurda tradición.
Me fascina también que la sensualidad y la voluptuosidad del libro vayan subiendo de tono poco a poco hasta llegar a ese final apocalíptico de la autodestrucción a través de la culminación del amor.
No sé qué más puedo decir de este libro: cautivador, sensual, emocionante… En fin, absolutamente recomendado para almas sensibles en general y amantes del Realismo Mágico o de la literatura sudamericana en general.

1 comentario:

  1. Huy, pues yo también lo leí hace ya un montón de años y guardo muy buen recuerdo, así que me alegro de que en la relectura te haya gustado también.

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